Admiro tu cabeza bien apoyada en mis rodillas, la manera en que
parece pertenecer allí, y tu mirada perdida, lejana, que me hace sentir que no
estoy acompañada. Me lleno de recelo pero aun así acaricio tus cabellos, juego
y hago figuras buscando llegar a tus pensamientos mientras los míos me
arrastran a imaginarte así como eres, pero presente.
Llamo a tu mirada mientras acaricias mis rodillas, mientras buscas
sentido en mis mejillas, pienso en todas las palabras que gritan nuestras
miradas pero nuestros labios se han negado a pronunciar. Pienso en lo que me
molestan tus palabras silenciosas y como yo he caído en este juego que parece no llevar a ningún lado. Pero
a pesar de esto, ¿cómo molestarme con tus ojos suaves? ¿Cómo dejar de
sumergirme en tu cuello?
Incluso con todos nuestros
defectos, sigo amando tus manos aunque no me pertenezcan, y seguiré amando tus
labios aunque beses otras mejillas. Así seguiré sonriéndote con dolor y me
apegaré a mi ignorancia, no querré saber si quieres esto o no; porque aunque
sea de a ratos, somos nuestros.